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La Leyenda de Piedra Negra

Hola, a falta de creatividad les comparto un cuento que escribí hace ya bastante tiempo, es una historia familiar, los personajes y la historia esta basada en hechos reales. *comentario interno* ya te vas a asustar? pff cagón/a*/comentario interno*
Bueno espero que les guste, y que la lean, porque por lo menos me resultó bastante interesante cuando me la contaron a mi, y quería continuar la tradición vía Internet.

 La vieja estancia de los Quiroga siempre ha estado rodeada de leyendas contadas por las viejas tías de éste, todas llegadas a fines del siglo XIX desde algún lugar de España. La tierra llega al horizonte, un sinuoso arroyo cruza la estancia, y como un collar de grandes perlas los bloques de granito lo envuelven dándole un toque muy distinto al del arroyo criollo, el silencio es casi celestial, sólo los álamos de plata cantan al compás del viento una suave melodía que es acompañada de vez en cuando por el mugido de los animales. La semana Santa del 80, fueron Daniel y Bernardo a acampar junto al arroyo como cada año, pensaron pasar una semana de descanso, cazar algún carpincho o pescar alguna vieja al agua”, pero esta vez nada sería igual a los años anteriores. Fue la primera noche bajo un cielo que no regaló ninguna estrella, que caminaban buscando alguna presa cuando a Daniel le pareció haber escuchado el blandir de espadas, le pide a Bernardo que escuche, pero éste sólo oía las mansas aguas deslizándose entre las piedras, rió y sin dar importancia continuó caminando. Una ágil liebre huye de los cazadores, sorteando las pequeñas matas, Bernardo dispara y el estruendo espanta a los animales que corrieron en estampida al tiempo que se escuchan los gritos de un hombre que de pronto se silenció; los cazadores se estremecieron, pensó Daniel que eran ellos hombres adultos, fuertes y ágiles por lo que podían ir en búsqueda del pobre hombre que parecía estar en problemas. El miedo los invadió, temblaron cual mimbre en brazos del viento, el silencio regresó y ellos prefirieron regresar a la carpa. A la mañana siguiente contaron lo sucedido a don Samuel, el dueño de la estancia, y éste los llevó a un viejo galpón, paredes de madera, techo de paja; todo lo que allí había tenía por lo menos 100 años; Samuel, sin prisa, abrió un viejo baúl asegurado con un herrumbroso cerrojo que con mucho cuidado trató, y sacó una copa de oro, sencilla, sin demasiados adornos, alguna piedra brilló en su pie. Samuel la tomó y les dijo que ésta perteneció a un pirata español, de los que hacían honor a los de su clase, pues era despiadado en todo sentido, y que vivió allí hasta su muerte. Bernardo, escéptico, se sonrió con respeto, pero Daniel recordaba lo que escuchó y le pareció de ultratumba en aquel momento, así que le pidió que les contara del pirata. Samuel, tranquilo, como si el tiempo estuviera detenido en aquel lugar perdido del histórico Soriano, se sentó en una silla de por lo menos 100 años, recargada en adornos, posa brazos labrados pero cómodos, y comenzó a hablar. “Piedra negra” como era llamado el pirata entre los suyos, llegó a éstas tierras como a los cuarenta años, enfermo, con algunos kilos de menos pero con el mismo temperamento de siempre, frío, sanguinario y egocéntrico. Su piel curtida por el sol, manos grandes y ásperas, mirada profunda que nada bueno transmitía; vestía en forma desalineada, poco o nada aseado, su barba larga y espesa lo hacía ver aún mayor. Llegó con un esclavo, que con nadie habló jamás, pensaron que podría ser mudo, pero no, “piedra negra” no le permitió relacionarse con los pocos habitantes que allí habían, aquel tenía mucho que ocultar y su esclavo todo lo sabía. Prosiguió Samuel con pausas sólo para acomodarse en la poltrona. Contó que el pirata llegó con un gran tesoro y que una noche le pidió a su esclavo que lo acompañara a algún lugar cerca del arroyo para ocultarlo; aquel sumisamente cargó el imponente tesoro y caminó hacia el arroyo; una vez allí “piedra negra” le pidió que cavara un gran hoyo. En el fondo éste sabía que acompañaría ese tesoro por la eternidad, la soledad del campo y la obscuridad de la noche eran los cómplices perfectos de “ piedra negra” y la resignación lo invadió, excavó por horas, una vez que terminó colocó cuidadosamente el cofre mientras su amo blandía su espada al cielo y con voz ronca una maldición hecho a quien osara alguna vez robar su preciado tesoro, gritó: que el corazón se le congele y la muerte le llegue al maldito que sus manos ponga en éste , mi tesoro, que mi espada cobre vida y su torso atraviese”. Fue allí que el aterrorizado esclavo decidió defenderse; sacó del baúl una vieja espada y a “piedra negra” con gran valor se enfrentó; nadie podría creer que alguien de su condición fuera capaz de tal hazaña; tomó la espada con destreza, firme, y allí en un descuido del amo logró acertar un corte a un lado del abdomen de éste, pero su amo, hombre fuerte y curtido no cayó, rápidamente blandió su espada y al corazón del esclavo atravesó, éste cayó muerto. “Piedra negra” contempló el cuerpo como de si de una piedra se tratara, dice la leyenda, de ahí su nombre, no tenía corazón ni alma, todo él era odio, el cuerpo del esclavo era una cosa desechable para él pues su función había cumplido. Herido éste no le era fácil manipular el cuerpo, debió hacerlo rodar hasta la faraónica tumba, allí lo tiró, con gran dificultad arrastró la tierra dejándola caer sobre el tibio y ensangrentado cuerpo. Dice la leyenda que el pirata mal herido pudo llegar a la casa, nadie lo esperaba, ni el esperaba a nadie porque su vida fue levantada sobre el desamor y la desconfianza; en su mundo todos tomaban aquello que querían, y se deshacían de lo que les provocaba temor. Samuel se acomodó en la vieja poltrona, crujió ésta y Bernardo se sobresalto provocando la risa de los otros, algo nervioso pero aún más curioso pidió a Samuel que continuara. Sin prisa continuó diciendo que una de sus tías le contó que “Piedra negra” después de matar al esclavo llegó a la casa más muerto que vivo, su herida sangraba sin pausa, cualquiera hubiera perecido de sólo verla, pero era aquel hombre el mismo diablo, tomó un hierro candente y cauterizó la herida, decían que agonizó por días y con el diablo un pacto selló: vivir eternamente protegiendo su tesoro. Parece que el diablo le concedió su deseo, un año después moría de tuberculosis. Unos días después contaron unos “caminantes” que mientras dormían junto al arroyo los despertó un sonido que parecía ser de espadas, pensaron que una pelea se desataba por allí cerca, pero grande fue la sorpresa cuando escucharon el nombre de “piedra negra”,pero aun más grande lo fue cuando lo escuchan decir: maldito esclavo no me dejarás ni a mi ni a mi tesoro, mi espada ha matado más hombres que estrellas hay en los cielos y tú sangre correrá por ella para que mi tesoro por la eternidad cuides. Los hombres huyeron despavoridos, el secreto quisieron guardar para bajo la luz del sol ir por el tesoro; pero cuenta la leyenda que a la mañana siguiente no podían recordar en que lugar sucedió; y fue así que comenzó a correrse la voz sobre esta historia que se repetía cada tanto. Samuel quiso compartir su experiencia con ellos contando que una noche siendo él muy joven, y muy curioso decidió comprobarlo por él mismo y caminó junto al arroyo esperando escuchar la ancestral y eterna pelea. Caminó por una hora cuando todo el silencio de la noche era ahogado por el rechinar de las espadas y las voces de dos hombres y al igual que las infinitas historias contadas sobre el tesoro escondido él tampoco pudo recordar el lugar, lo que si le inquietó siempre fue la misteriosa aparición de la copa sobre el brocal de un viejo pozo, quizás pase el resto de mi vida buscando una respuesta, dijo Samuel, y talvez como todos los que tuvieron la oportunidad de vivir esta experiencia me preguntaré por qué nadie recuerda el lugar.


Saludos (:

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